Los inicios y el origen de la Barcelona industrial hay que buscarlos en los talleres de estampaciones de indianas del siglo XVIII. Las indianas o tejidos de algodón estampados se convirtieron en un género de consumo masivo, tanto por sus propiedades higiénicas y estéticas, como por la moda que representaban. Como consecuencia de la creciente demanda, se alteró la forma de trabajar para producirlas. La irrupción de las indianas explica las condiciones económicas, tecnológicas y organizativas que situaron a Barcelona entre las ciudades pioneras de la industrialización europea.

Hoy en día todavía son visibles algunas de las construcciones que en el siglo XVIII habían servido para la producción de indianas, denominadas casas-fábrica. El barrio de Sant Pere, por la proximidad al riego condal, y el barrio del Raval son las principales zonas donde se ubican estos destacados elementos protoindustriales.

En concreto, en la calle de les Tàpies, número 6, se mantiene todavía de pie y en buen estado una de estas casas-fábrica con muy pocos cambios estructurales. Está documentada desde 1782 y la utilizaba inicialmente como almacén de algodón Ramon Nadal, un importante comerciante catalán de indianas y de algodón instalado, también, en Madrid. Hacia el año 1820 la empresa Muntadas instaló diferentes máquinas de hilatura de algodón.

El concepto de casa-fábrica está a caballo entre la nave industrial moderna y el obrador gremial. Su volumen y superficie eran más grandes que los de los antiguos obradores familiares, y concentraban varios trabajadores, cada uno de los cuales realizaba varios trabajos.